Si tu me dices ven lo dejo todo pero dime ven

O bien la novela más vendida en España en los últimos dos años no ha pasado por un proceso de edición o bien su editor es un auténtico malhechor. Esto es lo que pensé al leer las primeras páginas de Si tú me dices ven lo dejo todo… pero dime ven, el rentabilísimo escrito de Albert Espinosa. Continué leyendo y me terminé el libro en menos de dos horas. Acto seguido eché mano de Google porque, caray, en mi vida había leído nada igual. Descubrí estupefacto la ausencia de críticas de la novela más vendida en España en los últimos dos años. Había menciones, comentarios amables, reseñas asépticas, pero críticas serias ni una. Todo el mundo parecía estar despachando un asunto delicado. Eso sí, encontré cientos de opiniones de lectores satisfechos en foros y blogs. Una idea muy concreta se repite en muchas de ellas: es el único libro que he conseguido terminar en muchos años.

STMDVLDTPDV es el primer borrador de una novela. Es el primer esquema del borrador de una novela. Está claro que su editor es una persona muy práctica que sabe que los que leen son minoría, con lo que es muchísimo mejor venderles libros a los que no leen, que son legión. Sabe que para vender libros a la gente que no lee no hace falta terminarlos; con un título, un nombre y una portada es suficiente. Para vender libros a la gente que no lee se necesita ponerlos a la vista, sacar a su autor por televisión y colocar stands de cartón en todas las librerías de cada centro comercial con su rostro castigado pero optimista bien grande. Albert Espinosa, por si usted aún no lo conoce, venció varias veces al cáncer siendo un niño y perdió por el camino muchos amigos y algunas partes de su cuerpo, pero a cambio obtuvo toneladas de sabiduría y una sensibilidad superlativa. Teniendo un autor como éste, ¿para qué molestarse en editar una novela antes de publicarla? Espinosa es un mercader del mito de que quien ha visto de cerca a la muerte es alguien mejor, alguien con un particular punto de vista sobre las cosas. Lleva años repitiendo por televisiones y periódicos el mismo discurso huero y cansino de trocar sufrimiento en riqueza. Discurso inmensamente popular, pero tan absurdo como el slogan que Rody Aragón repetía en aquel concurso para morosos: «Porque tener deudas es… ¡UNA GRAN SUERTE!».

STMDVLDTPDV es la historia de un adolescentes acomplejado porque es enano. Su madre solía decirle: «¡No permitas que te llamen enano!», y en el colegio todos le pegaban y lo insultaban por enano. A los diez años ingresa en el hospital para que le extirpen las amígdalas y comparte habitación con un señor mayor que le dice cosas cuando se quedan solos. Cosas como: «¿Quieres que te diga un secreto?». El señor Martín resulta ser un hombre muy sabio, más sensible que el clítoris, cuyo oficio consiste en reparar faros. En la soledad de la alcoba intiman y se hacen amigos y con su torrente de sabiduría y de aforismos coelhianos condiciona para siempre la vida de Dani, nuestro pequeño protagonista y narrador, quien registrando su mesita de noche encuentra un fajo de fotos de faros y una lupa con la forma del faro de Capri. Al mirar a través de ella, el mundo se vuelve un lugar mágico lleno de significado.

Después los padres de Dani mueren en un accidente de tráfico y él huye a Capri. En el barco conoce a George, otro adulto desconocido que le dice cosas como: «¿Preparado para conocer y dominar tu cuerpo?» (sic). Ambos conectan inmediatamente y Dani le cuenta su historia. El extraño, al enterarse de que es menor de edad y está lejos de su hogar, le ofrece alojamiento en su propia casa, donde tiene un sótano enorme y un saco de boxeo. Dani pasa varios días allí encerrado con George, otro ser excepcional de luz y sabiduría, y ambos alcanzan un punto excepcional de comunión y Dani aprende tantas cosas que jamás volverá a ver la vida de la misma manera.

Un buen día George le dice que tal vez alguien ande buscándolo y que estaría bien que volviese a casa, no vaya a ser que haya problemas. Entonces Dani vuelve a casa, donde crece (no físicamente, claro) y se convierte en un detective especializado en resolver casos de desapariciones de adolescentes.

Dani se echa una novia de la que dice estar muy enamorado. Un día la chica le da un ultimátum, o le hace un hijo o se olvida de ella. Dani teme que, si tiene un hijo, le salga también enano, con lo que se niega a complacerla. Ella lo deja y él se queda roto por el dolor, pero por suerte en ese momento suena el teléfono y le ofrecen un caso de un niño desaparecido en Capri. Dani no puede resistir la tentación de aceptar y buscarse a sí mismo, de volver a ver ese faro gigante que reina en la bahía.

Bueno, pues llega a Capri, pide quedarse a solas en el dormitorio de Izan, el niño desaparecido, y rápidamente siente en la Fuerza que el raptor no puede ser otro que un señor que el padre de Izan, que es juez de casos de pederastia (sic), declaró injustamente culpable. Lo llama por teléfono y llega a un trato con él: si el padre de Izan le pide perdón públicamente en el periódico él liberará al niño. Así que todo se arregla en un santiamén y Dani vuelve a casa, pero ya no es el mismo. Ha vuelto a crecer (no físicamente, claro) y ya no le importa tener un hijo enano, así que llama a su novia. FIN.

Es necesario advertir que la novela está universalmente mal escrita, que pisotea todas y cada una de las leyes del «ASÍ NO» de la literatura; que su narrador es incapaz de gestionar una subordinada; que se limita a verbalizar sus intensos y volteadores sentimientos bajo los que, por supuesto, no subyace absolutamente nada; y que la estructura consiste en ir saltando aleatoriamente de un momento a otro de la trama en busca del cliffhanger barato. En definitiva, STMDLDTPDV es el trabajo de un inmenso vago.

Y a pesar de todo y aunque sus fans no lo saben, la lectura de esta novela puede convertirse en una experiencia provechosa y hasta divertida si uno recurre al psicoanálisis. Si a usted le gusta leer, estará más que familiarizado con esta práctica y habrá leído la sinopsis anterior con una sonrisilla maliciosa. Para los que no hayan caído aún les sugiero que la vuelvan a leer cambiando la palabra «enano» por «maricón», y«faro» por «falo». Hagan el replace mentalmente durante la lectura de toda la novela y ésta se convertirá automáticamente en una historia de Jean Genet, en un caleidoscopio de metáforas y traumas, en un desgarrador grito de socorro. ¡Si hasta hay un momento a mitad de la novela en que el protagonista sale del armario y le confiesa al lector que es enano! Hay otro momento enternecedor en el que el narrador hace un paréntesis en la historia para explicar que sería capaz de matar a la gente que se lleva a un niño y le arrebata su infancia, porque… bueno, no explica muy bien por qué, es la única vez en toda la novela que el cerebro del lector tiene oportunidad de trabajar.

Completado el experimento piensen si no hay que tener los huevos como el caballo de Espartero para publicar algo así. La moraleja sería que por vago que usted sea, vale mil veces más trabajar en un segundo borrador que no lo exponga a uno de esta manera tan impúdica. Aunque yo no soy psicoanalista y puedo estar equivocado, cualquiera de las lecturas en profundidad que se puedan hacer de esta novela dan como resultado un perfil que tal vez no sea conveniente airear demasiado. A usted, que seguro está pensando en escribir este verano, así, sin mucho sacrificio, una novelita que se venda muy bien y supere, pongamos, las 292.494 copias sólo en su edición en castellano en tapa dura, ¿le gustaría que cualquier lector con dos dedos de frente llegue a la conclusión de que fantasea con ser un niño y quedarse a solas con una serie de extraños que caigan sobre usted como zorro sobre gallina? ¿Preferiría tal vez que piensen que intimó usted con un extraño en una fría habitación de hospital y ahora trata de lamerse las heridas disfrazado de depredador de faro espiritual, de role model absoluto, de hada madrina? ¿A qué se debe esta obsesión mórbida por el encuentro erótico entre niños y ancianos del mismo sexo, esta necesidad de regodearse en ello para luego rajarse y resolver trocando en espiritualidad barata el momento exacto del primer contacto físico? Y, en otro orden de cosas, ¿no es maravilloso que decenas de miles de adolescentes reales y emocionales lean estas cosas y no se enteren de nada? ¿Que colas interminables de inocentes hagan cola en San Jordi para que Espinosa pose con ellos y les dedique un libro en el que un niño habla de pollas con ancianos desconocidos en sórdidos sótanos chorreantes y cuya imagen más poderosa es un inmenso falo erecto sobre la bahía de Capri? ¿Están los señores de NAMBLA al corriente de todo esto?

Ahora que lo pienso, lo encuentro todo delicioso.

por Tirante Vargas

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