Caso desconcertante el de Ridley Scott. Después de comenzar su carrera con tres películas seguidas que sólo se pueden describir como clásicos, Los duelistas, Alien y Blade Runner, la carrera del director británico dio un inesperado giro hacia lo insustancial. Sin perder nunca un cierto gusto estético, sus siguientes trabajos a duras penas conseguían trascender los límites de los géneros que abordaba, ya fuera el fantástico (Legend), el thriller (Someone to Watch Over Me, Black Rain) o el péplum (Gladiator). Tal es así que muchos, y aunque suene paradójico, recibieron como un soplo de aire fresco la noticia de que Scott iba a retomar los temas y el universo de uno de sus filmes más redondos, Alien, filmando una precuela en la que se daría respuesta a los interrogantes planteados en su clásico de la ciencia-ficción.
Quizá lo más curioso de Prometheus, esta precuela, es que, según avanza la película, uno se da cuenta de que dichos interrogantes no necesitaban respuesta después de todo. ¿De dónde vienen los «aliens»? ¿Quién los diseñó para que actuaran como armas biológicas? ¿Qué propósito tienen? Para obtener las respuestas basta con prestar atención al primer acto de Alien, en el que los astronautas exploraban el pecio espacial varado. Es como si el Scott de ahora subestimara el enorme talento para la sugestión que tenía el Scott de antes, sintiéndose obligado a decir de forma literal y explícita lo que, de forma muy elegante, se sobreentendía ya en las primeras escenas de la saga.
Y sin embargo, por extraño que parezca, el mayor mérito de Prometheus es el de agarrar al espectador y hacerle permanecer atento al desarrollo de la película, a pesar de que resulte evidente, una vez transcurrida la primera media hora, de que no vamos a descubrir nada que no sepamos ya. Lo que es más, ni siquiera el hecho de que la estructura de Prometheus sea exactamente igual a la de la exploración del pecio en Alien, hace que la película pierda fuelle. Scott juega con el placer de lo ya visto, con esa agradable sensación de familiaridad que se produce al saber cómo van a ocurrir las cosas.
Pero lo más interesante es que consigue, incluso, volver sobre el que era uno de sus temas favoritos en sus tres primeras películas: la naturaleza de la condición humana. Aquello que nos hace humanos, parece decir Scott en ellas, es la misma cualidad que a la larga nos convierte en seres sin alma: los principios del honor y la ética, en Los duelistas; la capacidad de construir armas, en Alien; y la posibilidad de sentir algo por alguien, en Blade Runner. El androide, interpretado por Michael Fassbender en Prometheus, nos devuelve, en ese sentido, el lado más reflexivo y existencialista de Ridley Scott; una faceta de su labor como cineasta que apenas había vuelto a asomar tímidamente desde entonces en Hannibal.
La breve intervención de Fassbender es, sin duda, lo más interesante de la película: un ser artificial mucho más frío que los replicantes de Blade Runner, cuyo único rasgo humano está relacionado con su pasión por el cine. El robot de Prometheus tiene la habilidad de traducir en imágenes las ondas cerebrales de los seres humanos. Durante el largo periodo de hibernación que los tripulantes de la nave tienen que pasar, el solitario Fassbender se distrae de sus labores sondeando los recuerdos de los durmientes y viendo películas antiguas. Todo lo que sabe de la existencia humana lo extrae de imágenes ajenas con las que ha compuesto un enorme álbum de fotos mental que dirige sus pensamientos y su comportamiento. Pero la imagen en torno a la cual giran todas las demás es la de Lawrence de Arabia, personaje en el que Fassbender identifica sus propias contradicciones: la persecución fanática de una misión en aras del conocimiento que, sin embargo, está comprometida por un propósito oculto, por una doble agenda política.
Es una lástima que Scott haya vuelto a asomarse a los abismos de la personalidad humana, sin atreverse a descender en ellos todo lo que podría haber descendido, ya que el tema de la humanidad robótica es algo que apenas queda esbozado en Prometheus, más interesado en satisfacer la curiosidad de los fans por el origen del monstruo xenomorfo, que en volver a darle vueltas a las cuestiones metafísicas que rondan en torno a Blade Runner. En cualquier caso se trata de una película apreciable que permite albergar ciertas esperanzas en el próximo proyecto de Scott, una secuela de Blade Runner; esperanzas que no conviene desestimar, sobre todo si se encarga de su guión, como Scott ha asegurado, Hampton Fancher, uno de los escritores del original.
Prometheus
- Ridley Scott
- 2012
- Guión: Damon Lindelof, Jon Spaihts
- Intérpretes: Noomi Rapace, Michael Fassbender, Charlize Theron, Idris Elba, Guy Pearce, Logan Marshall-Green
- The deep blue sea - 11/26/2024
- Mono y lobo - 11/10/2024
- Supermán pescador de almas - 10/23/2024