A Chirbes le pasa lo que a Marías, que le quieren más en Alemania que en España. Eso no les hace iguales, ni mucho menos, pero denota una tendencia que se le escapa a todo nativo cuando se mira el ombligo (que no reconoce en el órgano amputado lo que le une de sí mismo con su historia olvidada, con la génesis de la que procede). No sin razón se ha dicho siempre que para conocer la idiosincrasia de un pueblo hay que buscarla en los pueblos que lo rodean, hay que verse con los ojos del otro.
Chirbes, todo hay que decirlo, no es un ensayista al uso. Baste mirar su biografía para comprobar que anda más bien escaso de ensayos. Cuenta con El novelista perplejo (Anagrama, 2002) y el libro que hoy traemos entre manos: Por cuenta propia. Leer y escribir.
Chirbes no es un ensayista al uso pero tampoco pretende serlo, incluso la reunión (comunión de textos) que nos ofrece Anagrama no deja de ser sospechosa, dada la disparidad de temas que contiene. El elemento aglutinador de este popurrí ensayístico es el propio título del libro, acertado por cuanto lo que se dice a lo largo de las páginas tiene que ver justamente con lo que tiene de “propio” el trabajo diario del escritor (lo que le ha formado en esa vida entregada a las letras).
Por eso Chirbes nos habla de La Celestina, de El Quijote, de Galdós, de Dostoievski… y también de escritores contemporáneos como Carmen Martín Gaite, Juan Marsé, Cormac McCarthy, Andrés Barba, Philip Roth, Max Aub, Ignacio Aldecoa… o nos habla de la novelística surgida tras la Primera Guerra Mundial o la comida en la obra de Manuel Vázquez Montalbán… incluso de su editor Jorge Herralde.
Chirbes también nos habla de Rafael Chirbes, en un acto de creación endogámica, vuelve sobre sí mismo, sobre sus recuerdos. Ya lo dice él en la introducción: “He vuelto atrás en mis libros por eso que me gusta llamar estrategia del boomerang: saltar atrás como experiencia que permite devolver al lector al ajetreo presente (Galdós fue un maestro en esta estrategia)”.
Ya sea por voluntad de Chirbes o de su editor, el corpus de Por cuenta propia, fisiológicamente hablando, está compuesto por cuatro partes, de fronteras difusas o forzadas, tan artificiales que de tratarse de demarcaciones entre pueblos, la chispa de la guerra civil saltaría a las primeras de cambio:
- Maestros
- Contemporáneos
- Memorias y maniobras
- Cuestiones domésticas (A modo de epílogo)
Pero Chirbes sale bien parado en estas lides, incluso podríamos decir que el regusto de la lectura es agradable, tal vez por la dosificación acertada de ese proceso fundamental en todo escritor: la lectura y la escritura.
De hecho, Chirbes de lo que nos habla constantemente es sobre la dualidad, de lo importante que es el “otro” para que las cosas tengan sentido, para que las cosas existan. De ahí la obsesión por la palabra en La Celestina o El Quijote… cómo Fernando de Rojas altera los niveles léxicos cuando eleva el lenguaje del pueblo llano o corrompe en una suerte de curso intensivo por los bajos fondos el de la clase alta; o el contrapunto que infiere Cervantes a su obra magna, las conversaciones de un Quijote que “lee” el idealismo en todo lo que le rodea o las disertaciones de un Sancho que “escribe” la realidad para traer un poco de razón a su señor, y cómo las fronteras de ambas se van cruzando en un florido entramado hasta que todo se convierte en una metanovela de lecturas infinitas.
Pero el lenguaje (lo que configura la realidad a nuestros ojos) es para Chirbes mucho más: es la frontera entre los “vencidos” y los “vencedores”; entre la “cordura” y la “locura”; entre el “rico” y el “pobre”; entre el “recuerdo” y el “olvido”; entre la “vida” y la “muerte”. El lenguaje son los estratos, la geodesia de la historia, la vara de medición entre lo que es y lo que no es.
Y Chirbes, por supuesto, habla del libro, de su función, de su necesario navegar por las aguas de la sociedad al margen de toda crítica, porque es el propio libro quien se tiene que enfrentar a las tormentas o a los vientos calmos del lector, sin necesidad de que nadie le achique las aguas o agujeree su casco. En la reflexión que hace en Vigencia de la novela, dice: “El público cree conocer a un autor o un libro porque ha oído hablar de ellos en la radio o en la televisión, porque ha leído las críticas que los periódicos publican sobre ellos, o incluso ha escuchado y visto al autor responder con soltura o brillantez en un programa de televisión. Lo que se dice de un libro ha pasado a ocupar el lugar de lo que dice un libro. La escritura parece ser más bien la excusa para que se levanten las carpas del circo mediático. A la pregunta de para qué se escribe un libro, o de qué trata, sólo nos ayuda a responder la lectura de ese libro”.
Valga esta matización de Chirbes para la breve nota que hemos escrito, y para los ensayos que, por cuenta propia, escribió Rafael Chirbes.
Por cuenta propia
- Rafael Chirbes
- Anagrama
- 2009
- 304 pp
- ISBN: 978-84-339-6304-8
Enlace a Por cuenta propia en la página de la editorial
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